16 de octubre de 2007

Blog action day




Aunque llego un día tarde con mi post, decidí hacerlo de todos modos. Mi contribución es una propuesta: cumplir con las normas de tránsito municipales y nacionales y cumplir con las leyes que regulan el transporte público.
¿Y eso que tiene que ver con el calentamiento global?
Verán, la cosa es más bien sencilla y voy a tratar de explicarlo con pocos enredos. (Si dijera que voy a tratar de explicarlo sin enredos mentiría. Las cosas lacias y sin nudos me resultan desabridas).
Vivo a unas 60 (más o menos seis kilómetros) cuadras de la Casa de Gobierno, lugar a donde voy a trabajar todos los días. Y vivo a unas 60 cuadras de Villa Carmela, lugar a donde voy a trabajar algunos días de la semana.
Como es muy aburrido viajar en ómnibus todo ese trecho, me inventé un juego: voy mirando por la ventanilla y contando (enumerando) cosas. En la semana previa al blog action day conté vehículos que violan alguna norma de circulación.

Quiénes entraron en el juego
Pero fui benevolente (al fin y al cabo soy más tolerante de lo que ustedes creen). No conté los que violan la Ley Nacional de Tránsito porque el municipio de San Miguel de Tucumán no adhirió a todas las disposiciones de la norma (tiene un código de circulación propio). Tampoco conté a las bicicletas que circulan en infracción porque me interesaban particularmente los autos con emisiones tóxicas. Y no conté a los cadetes que andan en condiciones irregulares de tránsito en motos de cilindrada menor a cien o vehículos utilitarios de más de 15 años de antigüedad. Esta última exclusión, lo confieso, fue más o menos arbitraria. Decidí no contarlos porque se trata de personas sin dinero, que están trabajando como pueden y que muy probablemente no tengan acceso ni a la educación vial ni a la educación para la preservación del medio ambiente, ni a los recursos para adaptarse a las normas. Tampoco conté a los ocupantes de los autos que no llevaban cinturón, pero eso fue por imposibilidad técnica: no hay chance de ver desde la ventanilla del ómnibus si todos los ocupantes de un auto tienen o no el cinturón puesto. Los autos estacionados no entraban en el juego, a menos que estuvieran en doble o triple fila. Además, sólo conté los vehículos que circulaban en el mismo sentido que mi ómnibus. Esto excluye el tránsito en sentido opuesto en las calles de doble circulación (el 70 por ciento del recorrido de mi ómnibus) y las intersecciones.

La muestra y los casos más interesantes
Al cabo de cinco días alcancé a contar un promedio de 140 vehículos, en un trayecto de 60 cuadras, en horario no pico, que violaban las normas de tránsito y de transporte urbano e interurbano de pasajeros (ómnibus y taxis). Esto es más de dos vehículos por cuadra sólo tomando en cuenta los que viajan en el mismo sentido que mi ómnibus.
Suponiendo que en horario pico la circulación se duplica, estaríamos hablando de casi cinco autos por cuadra.
Suponiendo además que los que vienen en sentido contrario por las avenidas tienen el mismo número de infractores y teniendo en cuenta que la doble circulación es el 70 por ciento de mi recorrido, estamos en 8 autos infractores por cuadra.
Con todas estas conjeturas estamos en 480 autos infractores en 6 kilómetros de recorrido en hora pico en San Miguel de Tucumán.
Si supongo bien, la mayoría de los conductores de estos vehículos reiteran a diario las violaciones a las leyes de tránsito. Pero como dije, soy buena y voy a dar un porcentaje a los que por accidente circulaban con las luces apagadas, o sin chapa patente o con niños en el asiento delantero. El diez por ciento de las violaciones pudo deberse a la fatalidad más que a la negligencia. Eso nos deja en 432 vehículos que repiten las infracciones a diario.
Después de varias advertencias y varias multas se supone que a un conductor no se le renueva la licencia. En Tucumán no es así. Si yo voy a renovar mi licencia hoy, el señor que me atiende no sabe si yo tengo o no multas. Tampoco sabe si tengo condenas penales relacionadas con conducir un auto.
Se supone también que, al menos en el microcentro, hay agentes municipales y de la Policía Vial controlando el tránsito. No es así. Conté al menos cuatro vehículos pasar delante de agentes de control sin tener chapa patente trasera. Otros cinco tenían luces azules en el frente en lugar de luces blancas. (No, dije luces azules. No estoy hablando de las que tienen destellos azulados. Hablo de las que son azules como la camiseta de Boca Juniors. Que de noche no se ven ni con promesas a los santos).
Todos los ómnibus en los que subí esa semana incumplían con más o menos cinco artículos de la Ordenanza 400 que regula el transporte de pasajeros en San Miguel de Tucumán.
Todos los días hay un mínimo de tres taxis sin autorización en la parada municipal de la calle San Martín, a 50 metros de la Casa de Gobierno.
El cien por ciento de los policías con uniforme que andaban en moto no llevaban casco.
El cien por ciento de los vehículos de la policía (autos, camionetas, motos) no tenía chapa patente.

Villa Carmela
Como decía al principio, algunas veces en la semana voy a trabajar a Villa Carmela ( o comuna de Cebil Redondo). La semana pasada fui dos veces. Sé que la muestra es insuficiente, pero igual fea: de un promedio de 20 vehículos en 60 cuadras, 8 no deberían estar circulando.

Qué se hace

Si se retiran de circulación los vehículos que no están en condiciones legales de hacerlo; si se multa a los conductores que cometen infracciones a diario; si se obliga a los transportistas a cumplir con las normas, tendríamos miles de autos menos dando vueltas por la ciudad.
Es más, el beneficio puede ser mayor todavía: si el transporte público funcionara bien, muchas personas dejarían su auto en casa, reduciendo todavía más las emisiones tóxicas.

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