16 de octubre de 2018

La lealtad mía




Cerca del Teatro Alberdi, en la zona de los centros de pago para jubilados, me encuentro a veces con un hombre viejo. Ha de tener ochenta y largos y vende chucherías en la vereda, en un puesto que se armó con un cajón de plástico y un mantelito. "Yo no vendía pero pasaron cosas", me dice. Y se ríe. Agujas de coser, cables alargadores, café caliente (horrible) y té (pasable). "La patrona hace pan y bizcochuelo y lo liquidamos los sábados en la esquina en el barrio, por donde andan los autos". Pilas, broches para camisa. "Los dos tenemos la jubilación, pero hay que rebuscarse. Los remedios no se pagan solos. Antes sí. Ahora mil cuatrocientos, mil ochocientos en la farmacia, tiquitaca". Alicates, peines, portadocumentos. "Hay días malos, señora. Malos. Pero la tenemos a la viejita y ella nos tiene a nosotros", se multiplica. (Para ella, pienso. Se hace más para ella, para que tenga más de él. Me hiere una envidia culpable y también y claro y tercamente la ternura). En algunos de los días malos le he dejado mi vianda. Ungüento de alcanfor, pañuelos de papel. A veces me espera en la parada y me devuelve el táper con pan o bizcochuelo adentro. "La señora mía le manda saludos". Pañuelos. Pañuelos de papel.

Soy neoperonista. Peronista conversa. Cristina fan. (Cristina fan conversa, después de unos videos que me hizo ver hace un milenio Aldo Jarma, cuando ella era candidata y yo no la conocía). Soy peronista y también gorila. (No me digan que eso no es posible, porque les alumbro la lista de simios con carné del PJ y se arma la podrida). Soy gorila porque hay un montón de peronistas a los que jamás llamaría compañeros. Porque compañero es el que comparte el pan. Y yo no comparto el pan de mi militancia con cualquiera que posa para la foto con los dedos en vé.

Soy un montón de cosas encontradas y debe ser que también soy las cosas perdidas, pero eso es para otro post o para alguna borrachera más máquina de escribir más trescigarrillosmentolados. O seis.

En fin, que en medio de tanta digresión la cosa es así: yo voy al acto del Hipódromo de Tucumán mañana 17 de octubre.

También van Pichetto y Massa, que son misóginos, agachistas y que en un examen de 20 verdades no sé si alcanzan a sacarse un 3. Pero el acto no es de ellos. No voy con ellos ni voy por ellos.

Con Manzur desacuerdo a lo bruto en algunas cosas.

He casi llorado con algunos votos de nuestros representantes en el Congreso y he culpado al casi paisano mío de la casi lágrima que cada voto me casi arranca. Hasta he pensado en renegar del acampe en Tribunales y de la fiesta

(hermosa la fiesta quién puede dudar después de un encuentro así que la alegría es peronista)

del Parque 9 de Julio el día ese que el ensayo golpista de Cano se comió un fracaso con sello judicial y todo. Me gustaría que su gestión tratara de otro modo algunas cuestiones, algunas personas, algunas ideas.

(Algunos días me hace sufrir más que a protagonista de novela mejicana).

Desacuerdo pero acompaño callada y sigo esperando a ver. Porque vamos a reconocer que el tipo ha sabido tener la cosa andando y te quiero ver en este contexto de mierda compañera, compañero, mantener la paz social, los remedios en los hospitales, los maestros en las aulas y encima pagar sin chistar la cláusula gatillo. Chapeau, casi paisano, que remar así no es pa' brazo flaco.

Yo voy.

Aunque creo que deberían haber sido invitadas todas las personas que trabajan por la unidad del campo popular y no haya sido así.

Aunque un montón de cosas, voy.

A dejar el divismo en los camarines, que este no es el momento de mirar por encima del hombro a los que nos disgustan o no nos terminan de gustar. Ni de argumentar con nuestro impecable intelectualismo purista en contra de otros compañeros, no.

Si en lugar de un blog sin lectores y un muy poco pulido neoperonismo kirchnerista  tuviera algún poder de movilización y convocatoria llenaría el Hipódromo con mi gente. Llenaría el Hipódromo para que haya fiesta. Llenaría el Hipódromo para mostrar que la unidad está en los actos y que alguien tiene que tener la humildad de tragarse el sapo, aunque sea el que saca el número más grande en las encuestas.

Pero no tengo más que mi marianidad. (Que será poca cosa pero es mía, qué carajos). Y eso es lo que voy a poner. Voy a tragarme el sapo. Voy a hacer número. Voy a meterle fiesta. Voy a multiplicarme yo también, como el viejo, para alguien más. Para el otro, que es la patria, que está antes que el movimiento y que las individualidades de los hombres.

Porque hay días malos, compañeros. Y esos días hay quien necesita contar con nosotros.

15 de abril de 2018

14 de abril



He brindado a tu salud. Como cada catorce de abril.

He salido a cenar con un montón de peronistas. Te hubieras llevado bien con ellas y ellos. Te hubieras reído de tu gorilez para caerles bien. Te hubieras peleado con las feministas y les hubieras presumido un poco. O mucho.

He pensado que siempre has tenido razón. Que más tarde o más temprano todo se encamina. Que debería haberte hecho caso, debería haberme graduado, resignando en esos años independencia económica.

He adoptado una gatita, que había sido abandonada un domingo de lluvia. Se llama Lluvia.

He estado aprendiendo una vidala de Valladares sobre un poema de José Augusto Moreno. He pensado en los poemas de José Augusto que tenías por ahí, que no sé a dónde habrán ido a parar.

Me he angustiado por el bombardeo a Siria, he puteado a la derecha internacional casi como una troska.

Me está costando dormir hoy, ya ves, como cada catorcedelcuatro.

He brindado a tu salud.

Te recuerdo siempre.

Te recuerdo.

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