El 10 de septiembre se hizo la presentación de la impresión argentina para el libro El poder de las redes en la Embajada de España en Buenos Aires. Con una tirada de 25 mil ejemplares, la Fundación Generación Libre se jugó a favor de temas que deberían estar en la agenda de muchas organizaciones y estadistas latinoamericanos: la inclusión digital y el uso de las nuevas tecnologías para la distribución gratuita del conocimiento. Hay sitios que pueden contar con más detalle que yo el desarrollo de ese día de locura bloguera y hay también medios de comunicación locales e internacionales que levantaron la información también. Conocí a gente hermosa como Adriana (que cree y trabaja por la gestión participativa); el mendocino Darío y el tucumano mendocino por adopción Martín. Además me saqué una foto cholula (Darío me dio coraje) con Rafael Estrella y pude pasar un lindo rato con Celina y notar la enorme capacidad de laburo de Daniela. ¿No es curioso que tantos bloggers se reúnan en torno a un libro de papel?
En fin, todo fue muy bien. Esta gente está hablando sobre el futuro ahora. Los dirigentes sociales tienen que ser ciberpunks. Porque en estos días es un requisito del oficio.
He aquí el prólogo de Javier Noguera para la edición argentina en papel de El poder de las redes.
En esos momentos los argentinos estábamos aún sacudiéndonos de nuestra última gran frustración colectiva, veníamos de dejar atrás la crisis política y social del 19 y 20 de diciembre de 2001.
El grupo estaba integrado por lo más representativo de aquel momento histórico inaugural. En nuestras filas se alistaban jóvenes dirigentes peronistas de todas las procedencias, radicales sumados al proyecto nacional, representantes de movimientos barriales y piqueteros. La realidad se había ocupado ya de zarandear una nueva configuración política que hoy persiste.
David venía de recorrer el Este europeo y sus relatos eran sorprendentes: las revoluciones allí se estaban haciendo a base de organizaciones en red que utilizaban las nuevas tecnologías para combatir a los dictadores. Los mensajes de texto de los celulares, los blogs, las páginas web y el rock n’ roll eran los organizadores colectivos de estas hazañas revolucionarias que terminaban con la gente gritándole a la cara a Slobodan Milosevic: “Estás acabado...”.
Estas revoluciones abandonaban también el formato épico sobre el que se habían construido los mitos latinoamericanos del siglo XX.
Las nuevas tecnologías de la comunicación, y el sistema de organización derivado de su uso comenzaban a calar hondo en la política.
Por su parte España venía de una experiencia intensa en la materia: el manejo mediático del gobierno español tras el atentado del 11M había disparado las primeras ciberturbas europeas y ese malestar terminaba definiendo una elección presidencial.
La sociedad moderna estaba reconfigurándose rápidamente y David nos alertaba sobre el triunfo de la lírica. En ese tiempo comenzó a gestarse este libro.
Las nuevas tecnologías nos han abierto una puerta al futuro, David ha cruzado el umbral y ha nombrado al nuevo mundo. Y como las cosas no son hasta que no tienen nombre, para muchos de nosotros han sido a través de sus palabras.
Como Casandra que fue maldecida por Apolo por adivinar el destino, David corre el riesgo de la incomprensión. Pero la solución a la maldición está en este mismo libro. Es imposible condenar a Casandra en una red distribuida. Es imposible la incomprensión en un mundo de conocimiento gratuito.
¿Alguien ha visto el futuro? Echemos un vistazo.
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