13 de marzo de 2007
A bordar mantillas y aprender el pater noster que ahora las hostias son de vidrio
La segunda encíclica de Benedicto XVI viene complicada. O anticuada. O como sea que se le llame a lo que da por tierra con las conversaciones del segundo Concilio Vaticano. En fin, que además de ajustar el cinturón del celibato -y aclarar que va a seguir así mientras le quede soga-; su santidad propuso que algunas oraciones de la misa se digan en latín. Y ya que estamos, pensó, démosle para adelante con los cantos gregorianos. Así es. Celibato forever (perdón, in aeternum), latín en la misa y cantos gregorianos. Qué me contai.
Los herederos de Torquemada
Por si fuera poco con lo arriba enunciado, la Congregación para la Doctrina de la Fe (antes Santo Oficio, tribunal de la Inquisición o como les guste más) sancionó a un teólogo de la Liberación. Ahora no puede enseñar en las instituciones católicas y a sus obras escritas se les retiró el visto bueno vaticano.
Hasta ahora nadie se ha quejado. Ninguno de los fieles. Está bien que una fe no es algo que lleve demasiado en discusión: se la acepta con dogma y todo o se transforma uno en objetor o en "no practicante". Pero por qué en 2007 ponerse tan estricto, tan cerca del pasado, tan intentando volver a lo que se creía superado.
La excusa con el caso de Jon Sobrino (el teólogo de la Liberación) es que ya se le habían hecho otras advertencias. Que ya le habían avisado que las conclusiones a las que arriba no coinciden con la doctrina de la Iglesia.
Ese no es el catolicismo que yo aprendí. Es el que me alejó de la Iglesia. El que no supo sostener mi fe (ahora soy menos que agnóstica o atea, escéptica). Me eduqué en el catolicismo de dar la mano hasta el codo si lo requiere algún vecino. En el de llevarse bien con la naturaleza (toda ella, también la humana). En el catolicismo de la solidaridad, del desinterés, de la devoción alegre y del perdón. Abandoné la Iglesia primero y la fe en dios al poco tiempo. Fue un momento de desilusión y de duelo espiritual. La doctrina de los inquisidores y los ratzingers ya estaban ahí, con otras caras, pero ahí ayudándome a poner un pie afuera. De todos modos en la Santa Sede no lloraron mi partida. Pero debieran plantearse seriamente qué hace que una niña de 11 años deserte de la Iglesia.
Sobre la encíclica
http://www.perfil.com/contenidos/2007/03/13/noticia_0012.html
Sobre la sanción a Sobrino
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Vaticano/sanciona/Jon/Sobrino/principal/teologo/liberacion/elpepusoc/20070313elpepisoc_2/Tes
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