12 de enero de 2016

Antonia




"Para pretender el mundo es largo
para conformarse se ha inventado el jamás".

Y Mariana, Silvio Rodríguez


Escribir sin ganas de escribir. Agobiada por la cantidad de gente que bebe con gusto el relato maestro de la civilización o la barbarie.

Sin ganas de escribir. Pensando en cómo deconstruir el escrito sarmientino. Cómo explicar que está todo bien con la barbarie, o que la civilización es otra cosa.
Es otra cosa.

Facundo, el personaje, se ha transformado en autor del manual de la clase media con aspiraciones. Ya no es un caudillo, sino un golem que sirve a un amo lleno de resentimiento de clase.
Escribir, aunque sin ganas. Porque la puta batalla cultural no se gana llorando en la plaza con los dedos en V.

¿Escribir qué? ¿Un Facundo al revés? No le puedo ganar al relato del maestro. Porque quién no quiere ser un civilizado blanco, no- indio, ungido por el óleo santo de la escuela privada (católica, de preferencia). El tipo que no necesita de la ayuda del Estado. No la necesita, se la merece, se la ha ganado. No como los choriplaneros.

"Me confunde que sea esto lo que hemos construido como sociedad", dice la Paula. Niña querida, esto no es lo que hemos construido. Es lo que no hemos sabido deconstruir.

Sigo escribiendo y me acuerdo del Oscar Zamora diciendo que el macrista es el tipo al que no le importa que la mierda le llegue al pecho, siempre y cuando al prójimo le llegue al cuello.

Le tengo fe a la chinita, a la Antonia. Vio que papi es débil, que esas costillas son de barro. De golem esculpido por la derecha multinacional.
Papi se rompe fácil. Lo mira desde su sillita. Soba el pelo de la muñeca. Maquina en silencio. Urde su libertad. Sonríe. Los custodios lo dejan solo cuando está con ella.

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